El cuerpo duradero : estudio filosófico de los vínculos de Nietzsche y Bergson

En El cuerpo duradero preguntamos, en primer lugar, por el estatus del cuerpo en el proceso de construcción de las filosofías de Nietzsche y de Bergson, para plantearnos la relación del cuerpo en el proceso de interiorización que supone el ejercicio filosófico, en segundo lugar, a partir de este pla...

Descripción completa

Autor Principal: Cifuentes Quiñonez, Luis Antonio
Formato: doctoralThesis
Publicado: Pontificia Universidad Javeriana 2015
Materias:
Acceso en línea: http://hdl.handle.net/10554/16414
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Sumario: En El cuerpo duradero preguntamos, en primer lugar, por el estatus del cuerpo en el proceso de construcción de las filosofías de Nietzsche y de Bergson, para plantearnos la relación del cuerpo en el proceso de interiorización que supone el ejercicio filosófico, en segundo lugar, a partir de este planteamiento, nos preguntamos por el significado de la fisiología en las dos filosofías y por su comprensión de las relaciones de lo humano con la realidad exterior y con la realidad de los procesos interiores. Sin desconocer las divergencias entre los dos autores en lo que atañe a la labor del pensamiento y en lo que entienden por realidad, intentamos trenzar sus concepciones sobre la fisiología, estableciendo coincidencias y, al tiempo, puntos de inflexión. No obstante, proponemos una coincidencia fundamental en cuanto que ambos filósofos piensan nuestra relación básica con el mundo a partir de la fisiología y la inmanencia del cuerpo vivo en el mundo. A ello se refiere, en el título de la tesis, el término «duradero» que denota lo físico durable, por una parte, y lo dinámico, por la otra, el significado de la fisiología en los dos filósofos recoge estos dos aspectos. Finalmente, además de esta coincidencia fundamental, proponemos que los autores se complementan profundamente, puesto que, el que en apariencia es más apasionado, aporta el carácter fisiológico y contradictorio de las pasiones, y el que, también en apariencia, es más cerebral, aporta la experiencia más profunda del fluir de lo real, la experiencia interior del tiempo.