Jornada del hombre extraño (la chica de los patios)

Esperas la salida, intentando tranquilizarte, aunque sabes que no lo conseguirás del todo antes de llegar a tu apartamento. Quizás ayer estabas confundido; el trabajo, la tensión, uno de esos días ... hoy en cambio, admi­tes, las cosas te han salido mejor. El jefe te permitió trabajar en el segundo...

Descripción completa

Autor Principal: Rodríguez Ruiz, Jaime Alejandro; Pontificia Universidad Javeriana
Formato: info:eu-repo/semantics/article
Idioma: spa
Publicado: Editorial Pontificia Universidad Javeriana 2004
Acceso en línea: http://revistas.javeriana.edu.co/index.php/univhumanistica/article/view/10108
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Sumario: Esperas la salida, intentando tranquilizarte, aunque sabes que no lo conseguirás del todo antes de llegar a tu apartamento. Quizás ayer estabas confundido; el trabajo, la tensión, uno de esos días ... hoy en cambio, admi­tes, las cosas te han salido mejor. El jefe te permitió trabajar en el segundo piso y así no tuviste que soportar la náusea provocada por ese picante aroma a carne condimentada expedido por pulsos desde la cocina. Tampoco tuviste prblemas con la clientela y lograste atender cada uno de sus pedidos sin equi­vocaciones. Incluso resultó muy convincente la modulación porteña de tu voz, practicada por fin sin temores, pues no escuchaste ni una sola "¿de dónde sos, eh?", pregunta odiosa, frecuente e inevitable si te pillan el acento extranjero. El consejo del Paisa dio sus buenos frutos; al fin y al cabo, reco­noces, por algo los Paisas alcanzan el éxito en cualquier actividad y en cual­quier lugar del mundo; tienen su visión. Quién podría creer por ejemplo que aquí, en Buenos Aires, a más de seis mil kilómetros de Medellín, un Paisa, precisamente un Paisa, administra nada menos que un McDonald. Gracias a Dios, te atreves a decir dentro del vestier, donde nadie te escucha; gracias.