La casa del frente

La disposición de un espacio arquitectónico es un escenario que se impregna de usos y connotaciones. Los objetos nacen de la necesidad, pero es la misma quién transforma su apariencia y calidad. La aspiración que persistía en mis padres una vez se independizaron, se basaba en la adquisición de biene...

Descripción completa

Autor Principal: Pérez Chibuque, Jenny Milena
Formato: Trabajo de grado
Publicado: Pontificia Universidad Javeriana 2018
Materias:
Acceso en línea: http://hdl.handle.net/10554/33755
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Sumario: La disposición de un espacio arquitectónico es un escenario que se impregna de usos y connotaciones. Los objetos nacen de la necesidad, pero es la misma quién transforma su apariencia y calidad. La aspiración que persistía en mis padres una vez se independizaron, se basaba en la adquisición de bienes propios y de su progresiva idealización por medio de la transformación de los acabados de las casas en que vivíamos. Ir comprando cositas mejores. La casa del frente se compone de tres escenarios aproximadamente de escala 1.5, tamaño que permite un acercamiento bastante cómodo a objetos que son muy pequeños, cómo un grifo, timbre, vasos, cubiertos. Esta obra surgió de acciones incoherentes y preguntas que para mí no estaban en sintonía con mis acciones. Tomaba fotografías a hogares ajenos, algo me impulsaba a capturar la disposición que tenían. Por bastante tiempo tuve el complejo de que no recordaba mucho de mi niñez, los eventos familiares o amistades no eran mi fuerte; más bien, la espacialidad resultó albergar una sensibilidad que posaba invisible. La conexión evocativa la siento con los álbumes fotográficos de mi familia, y sus signos estaban muy cercanos a la atracción que tenía por otros hogares. Es allí dónde, la casa del frente se materializa con el gesto de reproducir a escala un muro de la casa de mi abuela. Era un muro que tenía una connotación de vivienda progresiva, de la adquisición de ladrillos según fuera posible comprar o reutilizar los escombros del vecino; por lo tanto, su aspecto físico se cargaba de una expresividad particular. La cercanía con el espacio que te resguarda y que, a su vez, limita la expresividad por suplir la apariencia de un hogar en progreso; me acercaron a preferir paisajes con expresividades descomplicadas. Candelaria la nueva, Madelena y 5 de noviembre', tres barrios, tres escenarios que reconstruí a escala 1:5, sirviéndome de mis propios recuerdos, y de los que la memoria involuntaria me reveló. Diseñé con ayuda de un álbum provisional lleno de preguntas, historias, signos; los hogares de mi niñez. Me obsesioné por construir fielmente los escenarios, hacer espacios con vida y acabados opuestos.