Ciudad y arquitectura: los dioses son seres vivientes

Se sabe que en épocas primitivas (1150-1000 a. C.), tribus de dorios y de griegos nor-occidentales que ocuparon grandes áreas de la Grecia continental y de Creta2, practicaban una forma de religión que los antropólogos definen como “animista” o “fetichista”, pues los objetos de veneración no er...

Descripción completa

Autor Principal: Arteaga Díaz, Gonzalo
Formato: Artículo de revista
Idioma: spa
Publicado: 2017
Materias:
Acceso en línea: Arteaga Díaz, G. (2004). Ciudad y arquitectura: los dioses son seres vivientes. Revista de Arquitectura, 6 (1), p. 17-19
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Sumario: Se sabe que en épocas primitivas (1150-1000 a. C.), tribus de dorios y de griegos nor-occidentales que ocuparon grandes áreas de la Grecia continental y de Creta2, practicaban una forma de religión que los antropólogos definen como “animista” o “fetichista”, pues los objetos de veneración no eran propiamente dioses, bajo las formas “más desarrolladas” de religiosidad que hoy conocemos, sino entidades naturales tales como piedras, lagunas, bosques o árboles y, en general, manifestaciones de la naturaleza, objetos o fenómenos naturales. Eran, en realidad, experiencias de la naturaleza objetivadas en deidades. En algunos parajes de la virgen geografía griega, quizá, las manifestaciones de la naturaleza eran singulares, y los primitivos griegos las identificaban como “presencias”. Con el tiempo, a esas manifestaciones particulares de los poderes de la naturaleza terminaron por reconocerlas como presencias de la divinidad y a los lugares donde aquellas se manifestaban, terminaron por considerarlas como lugares sagrados o santuarios (lugares habitados por dioses). Posteriormente, durante el período arcaico, cada uno de aquellos santuarios terminó por ser delimitado con una muralla (temenos) que diferenciaba el territorio sagrado del que no lo era.