Pedro y el Primado romano
Cercano y amigo, a veces impetuoso, otras cobarde. La Iglesia lo venera como el primer Papa, el Vicario de Cristo, el guardián de las llaves. En fin, es mucho lo que en la Biblia y en la Iglesia se ha dicho de este hombre que genera curiosidad y dudas. Esto último es lo que nos llevo a realizar e...
Autor Principal: | Yépez Rivera, Freddy Ismael |
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Formato: | bachelorThesis |
Idioma: | spa |
Publicado: |
Quito / PUCE / 2011
2012
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Materias: | |
Acceso en línea: |
http://repositorio.puce.edu.ec/handle/22000/4846 |
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Sumario: |
Cercano y amigo, a veces impetuoso, otras cobarde. La Iglesia lo venera como el
primer Papa, el Vicario de Cristo, el guardián de las llaves. En fin, es mucho lo que en la
Biblia y en la Iglesia se ha dicho de este hombre que genera curiosidad y dudas.
Esto último es lo que nos llevo a realizar el presente trabajo. Al principio la duda
personal se centraba en la aptitud y preparación de Pedro especialmente frente a Pablo,
pues es claro que a nivel de preparación intelectual, Pablo llevaba una larga ventaja a
Pedro.
Teniendo en cuenta que a la larga la figura petrina descolló más que la paulina, por
lo menos a efectos prácticos en la dirección de la iglesia (no tanto en la teología eclesial en
la que sin duda la imagen de Pablo es gigante), la pregunta será cuál fue la razón para que
sea Pedro y no Pablo al que reconocemos como fundador de la Iglesia de Roma.
Está duda nos llevó a preguntarnos sobre “lo especial” de Pedro para que fuera el
guía de una Iglesia que nacía y luego la imagen y el símbolo de la dirección misma de la
iglesia. No podíamos encontrar respuesta satisfactoria ya que eran claras las alusiones a las
limitaciones de de Pedro o su conocidísima huida en el momento de prendimiento de
Cristo. Aunque también se destacan momentos en los que se intuía su capacidad1.
La respuesta por lo tanto no estaba en sus cualidades humanas, además, así
planteada la cuestión, era muy superficial la respuesta y no pasaba de ser un mero
entretenimiento. Las cosas se las debía buscar con más profundidad, hurgando un poco
más.
Por lo tanto, el punto de partida no podía ser simplemente el de la curiosidad sobre
la idoneidad de Pedro. La clave está entonces en el mismo Jesús, pues es él quien lo
escoge. Si hacemos caso a sus mismas palabras, dirigidas precisamente a Pedro: “tus
pensamientos son los de los hombres, no los de Dios”2, intuimos que ese mismo es el
criterio que usa para escoger a Pedro. Dios mira más allá de las... |
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