El matrimonio cristiano en el plan de Dios
El matrimonio cristiano tiene sus bases en el pensamiento de Dios. Dios que es Amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor, ha creado al hombre, varón y mujer, a su imagen y semejanza, es decir, con la dignidad de persona, y por tanto como un ser capaz de amar y ser amado. Más a...
Autor Principal: | Beltrán Rosales, Armando |
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Formato: | bachelorThesis |
Idioma: | spa |
Publicado: |
Pontificia Universidad Católica del Ecuador
2015
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Materias: | |
Acceso en línea: |
http://repositorio.puce.edu.ec/handle/22000/7579 |
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Sumario: |
El matrimonio cristiano tiene sus bases en el pensamiento de Dios. Dios que es Amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor, ha creado al hombre, varón y mujer, a su imagen y semejanza, es decir, con la dignidad de persona, y por tanto como un ser capaz de amar y ser amado. Más aún, lo ha creado por amor y lo llama al amor, no a la soledad. Ésta es la vocación fundamental del amor, que es innata de todo ser humano. Así pues, la dignidad personal del varón y de la mujer, encuentran una básica y fundamental concreción en el matrimonio. A semejanza del amor divino, se vuelca en dar vida a otros y en cuidar del mundo, ámbito de la existencia humana; varón y mujer dan vida a los hijos. Unidos con ellos en la familia, con amor les procuran amparo y seguridad, y los educan.
Varón y mujer deben mantenerse en fidelidad por su propio amor y por amor a los hijos. Dios protege el matrimonio. El matrimonio no debe romperse ni separarse. Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre (Mt 19,6).
El matrimonio cristiano, no sólo llama a cada uno a la santidad personal, sino que también llama inseparablemente a contribuir con la misión de la Iglesia, es decir, al apostolado. La Iglesia ha recibido del Señor la misión de anunciar y establecer en todos los pueblos el Reino de Dios (Lc 9,1-4). Este encargo no es exclusivamente para unos cuantos, sino para todos los bautizados, por ser todos miembros del pueblo santo de Dios, y responsables de la misión eclesial. En este marco, la vocación apostólica de los esposos cristianos se específica por el sacramento del matrimonio y se desarrolla precisamente a través de la vida matrimonial y familiar, de manera particular, impregnando de espíritu la vida conyugal y procurando la educación cristiana de los hijos (1Co 7, 1-ss). |
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