Jesucristo Salvador Absoluto

Tras la venida de Jesucristo, el hombre no puede seguir viviendo como si el mal y la muerte no existieran, ni mucho menos acostumbrarse a su presencia y acción en medio de la realidad, y peor aun justificarlas por medio de su ―naturaleza humana‖, lo ―humano‖ no debería ser utilizado como pretexto...

Descripción completa

Autor Principal: Tapia Erazo, Ángel Aníbal
Formato: bachelorThesis
Idioma: spa
Publicado: PUCE 2016
Materias:
MAL
Acceso en línea: http://repositorio.puce.edu.ec/handle/22000/10150
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Sumario: Tras la venida de Jesucristo, el hombre no puede seguir viviendo como si el mal y la muerte no existieran, ni mucho menos acostumbrarse a su presencia y acción en medio de la realidad, y peor aun justificarlas por medio de su ―naturaleza humana‖, lo ―humano‖ no debería ser utilizado como pretexto para acciones y comportamientos que con toda razón pueden ser identificados como ―inhumanos‖. Jesucristo al asumir la condición humana, busca en primer lugar revelar al hombre lo propio del hombre, su perfección, autenticidad e imagen verdadera; en segundo lugar, llamando al hombre a la responsabilidad muestra las consecuencias y acciones de una vida vivida bajo la sombra de los sinsentidos; y finalmente librando una batalla que el hombre no podía ganar, deviniendo en otro sin dejar de ser lo que es, Dios derrota el mal y la muerte para sembrar esperanza en el corazón del hombre. Por lo tanto, Jesucristo por medio de su resurrección gloriosa, ubica al hombre en un nuevo estado y condición, Dios que es el amigo fiel del hombre no deja que el mal y la muerte por terribles que parezcan tengan la última palabra. Es Dios mismo quien toma nuestra condición, la asume y se hace uno de nosotros para poder elevar nuestra naturaleza y que esta sea capaz de Dios, revelándonos así la auténtica naturaleza del ser humano, es decir que él nos enseña a ser verdaderamente hombres, además Él al asumir nuestra naturaleza humana nos hizo participes de esa victoria. Dios viene a convertirse en el compañero de camino del ―homo viator‖. Finalmente, la salvación traída por Jesucristo y continuada por su Iglesia revela signos que muestran un Dios cercano, amoroso y misericordioso. Así por ejemplo vemos un Jesús que por medio de sus milagros restablece la dignidad en el hombre; una Iglesia que da una nueva vida al bautizado y que por medio de la misericordia continua transmitiendo la imagen de un Dios que antes de condenar acoge; e incluso el amor, el perdón, la paz, la creación etc. pueden ser percibidos como signos de una salvación eficaz y operante.