Evidencia de puntos de convergencia entre la fenomenología de Maurice Merleau-Ponty y el saber andino
Observo con consternación la manera en que la humanidad ha abierto su camino en el aspecto del arribo hasta el punto en que su conocimiento y capacidad de modificación de sus objetos de estudio han terminado por adquirir un status “puramente científico” que representa una especie de “zona cero” a pa...
Autor Principal: | Luna Valencia, José Rafael |
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Formato: | bachelorThesis |
Idioma: | Spanish / Castilian |
Publicado: |
PUCE
2017
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Materias: | |
Acceso en línea: |
http://repositorio.puce.edu.ec/handle/22000/12288 |
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Sumario: |
Observo con consternación la manera en que la humanidad ha abierto su camino en el aspecto del arribo hasta el punto en que su conocimiento y capacidad de modificación de sus objetos de estudio han terminado por adquirir un status “puramente científico” que representa una especie de “zona cero” a partir de la cual el mundo puede ser edificado con certidumbre. Esta certidumbre se debe a la suposición de que el fundamento de tal status está en la capacidad del alcance realidad a través del asimiento de la objetividad, lo cual escapa o trasciende el nivel de lo personal. Se plantea así un espacio aséptico, más allá del bien y el mal, proponiendo al conocimiento como propósito en sí mismo, cuando en realidad todo conocimiento es coherente con sus condiciones de posibilidad. La consternación que motiva a este trabajo es entonces la miopía de los intereses científicos, que irónicamente respecto con su promesa de la previsión y planificación de la vida, han dado paso a esquemas de desarrollo desbocado que socaban la principal condición de posibilidad de los mismos, a saber, el propio espacio en el que pueden aparecer. Es decir, los modelos de vida correspondientes a la aprehensión de la objetividad minan a la sola posibilidad de conocimiento ya que traen consigo la imposibilidad de la posibilidad, su lógica de construcción trae consigo los mismos proyectiles que han de derrumbar estas edificaciones de certidumbre hasta sus cimientos.
El pensamiento teorético, esta zona que es origen de todos los caminos, supone un espacio abismal entre el interior del sujeto pensante y el mundo, es el esquema de pensamiento que plantea la distinción entre sujeto y objeto y precisamente es la ausencia de un contacto real entre estos dos polos la causa por la cual el encuentro de objetos degenera en trazos que representen esta imposibilidad de la posibilidad de conocimiento, porque si no hay contacto no puede haber intuición, y un avance a tientas es imposible sin aquel tacto. La legitimidad ganada a través de la historia por parte de este pensamiento descubridor de objetos está en su rol crucial para el desarrollo de los modelos o estructuras económicas y políticas que ostentan el sello del dominio de aquellos objetos a través de una relación de representación en la cual el sujeto explaya el control de sus deseos, satisfaciéndolos y planificándolos. En la articulación de la máquina y la producción de la vida de manera industrial definitivamente se da un corte con el modelo de la tierra, y la agricultura y demás ciclos y ritmos de vida determinados por este último modelo. Los días son más largos, las estaciones dejan de ser un inconveniente, y la interconexión global permite el acceso a cualquier clase de producto. La posibilidad de un estado de reposo de la voluntad en un bienestar modulado es el éxito de este pensamiento teorético. Lo imprevisto es que dicha evasión u omisión de ciclos vitales requiere de una industria tan potente que termina encontrando su energía en la fuerza de trabajo de un proletariado global, bajo lógicas económicas –en el sentido profundo de la administración de la casa (oikos) – excluyentes y deshumanizantes, involucradas con guerras, con la destrucción de la naturaleza, subyugando especies distintas la humana. |
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