La ambivalencia entre la secularidad y la sacralidad en la poesía de Francisco Granizo y Francisco Tobar García

Las voces líricas provienen de un lugar de enunciación que de alguna manera traducen la cosmovisión de un colectivo. En la historiografía de la literatura ecuatoriana hay muchos vacíos en cuanto a los estudios académicos. Gracias a las tendencias críticas preponderantes en la tradición del siglo...

Descripción completa

Autor Principal: Ruiz Chávarri, Andrés Ricardo
Formato: masterThesis
Idioma: Spanish / Castilian
Publicado: PUCE 2018
Materias:
Acceso en línea: http://repositorio.puce.edu.ec/handle/22000/14944
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Sumario: Las voces líricas provienen de un lugar de enunciación que de alguna manera traducen la cosmovisión de un colectivo. En la historiografía de la literatura ecuatoriana hay muchos vacíos en cuanto a los estudios académicos. Gracias a las tendencias críticas preponderantes en la tradición del siglo XX algunos poetas han sido parcialmente abordados. Del grupo “Presencia”, Francisco Granizo es el más estudiado en los últimos tiempos, sin embargo, Francisco Tobar García reside al margen del canon. Las voces líricas de estos poetas sufren un conflicto que no es ajeno a la tradición ecuatoriana, la crisis religiosa. La superposición de imágenes sagradas con ideas profanas es parte de ethos barroco de una sociedad poscolonial. Los poetas que viven esta clase de tormenta no han sido estudiados como representantes de una parte del imaginario literario del Ecuador. Los estudios se han focalizado en escuchar las voces de los marginados, en las voces subalternas; sin embargo, dentro del constructo conservador y poscolonial del medio social ecuatoriano, ha habido voces burguesas que han sido acalladas, y que tuvieron que, desde la poesía, declarar la guerra en contra de paradigmas prejuiciosos y opresores. Granizo y Tobar son un ejemplo de un duelo entre la individualidad del poeta, enfrentada a una fuerte tradición de raigambre colonial aristocrático y además religiosa. Su escritura lírica habla de un tipo de sensibilidad que, seguro, ha vivido dentro de los habitantes de una cuidad como Quito por largos años, y que no ha sido tomada en cuenta dentro de la lista de motivos recurrentes de la literatura ecuatoriana. El pensamiento secular y laico está en permanente pugna con la naturaleza profunda del ser humano, la religiosidad. El mundo moderno pretendió separar y generar una dualidad entre la religión y el logos. Esta estructura no está exenta de cuestionamiento. La lírica, como toda actividad humana alejada del pragmatismo, nace en una intención religiosa. En cierto momento la poesía y la literatura se enmarcaron en el territorio de la secularidad, de la profanación, de la herejía y la blasfemia.