La síntesis musical de Jean-Jacques Rousseau: un análisis de las relaciones entre naturaleza y melodía en el pensamiento rousseauniano

En los manuales de historia de la música suele comúnmente ubicarse a Rousseau, sin mayor distinción, entre aquellos teóricos que colocan a la música en relación con la sensación o con el mero placer de los sentidos. Se cita continuamente una famosa frase de su Diccionario de música de 1767 –que se u...

Descripción completa

Autor Principal: Alayza Prager, Cristina
Formato: Tesis de Maestría
Idioma: Español
Publicado: Pontificia Universidad Católica del Perú 2013
Materias:
Acceso en línea: http://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/handle/123456789/4914
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Sumario: En los manuales de historia de la música suele comúnmente ubicarse a Rousseau, sin mayor distinción, entre aquellos teóricos que colocan a la música en relación con la sensación o con el mero placer de los sentidos. Se cita continuamente una famosa frase de su Diccionario de música de 1767 –que se utiliza indistintamente como definición–, según la cual la música es el “Arte de combinar los sonidos de una manera agradable al oído” (artículo “música”, 281) y con ello parece jugarse el destino de la rica concepción musical de Rousseau: la música, sobre todo si la concebimos bajo la distinción posterior que ofrece Kant en la jerarquía de las artes del §51 de su Crítica de la facultad de juzgar (1790), sería solo un arte menor, en la medida en que no alcanza las esferas sentimental ni mucho menos intelectual del ser humano. La música con las justas alcanzaría –aunque de manera agradable, cosa que estaría a su favor– el placer sensorial, hedonista. Con esto, mostramos desconocimiento, olvidamos o pasamos por alto muy rápido otras sentencias de Rousseau más importantes, como la siguiente: “Así como la pintura no es el arte de combinar colores de manera agradable a la vista, tampoco la música es el arte de combinar sonidos de una manera agradable al oído. Si se redujeran a esto, tanto la una como la otra formarían parte de las ciencias naturales y no de las bellas artes” (Ensayo, XIII, 104; cursivas nuestras).