Poesía operativa, cuestión técnica y retórica : interpretación de Mutatis mutandis de Jorge E. Eielson

Según Hugo Friedrich en su clásico libro La estructura de la lírica moderna, la poesía adquiere el nivel de modernidad, desde la obra de Baudelaire, cuando deja de ser expresión subjetiva del poeta, cuando en ella se quiebra la relación mecánica entre lenguaje y realidad, en pos de la metáfora y sím...

Descripción completa

Autor Principal: Ramírez Chacpi, Percy Efraín
Formato: Tesis de Maestría
Idioma: Español
Publicado: Pontificia Universidad Católica del Perú 2013
Materias:
Acceso en línea: http://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/handle/123456789/4480
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Sumario: Según Hugo Friedrich en su clásico libro La estructura de la lírica moderna, la poesía adquiere el nivel de modernidad, desde la obra de Baudelaire, cuando deja de ser expresión subjetiva del poeta, cuando en ella se quiebra la relación mecánica entre lenguaje y realidad, en pos de la metáfora y símbolo, y cuando “se une el genio poético con la inteligencia crítica” (1974: 48). De tal manera, se han marcado las distancias frente a las poéticas imperantes en el siglo XIX: el Romanticismo y el realismo; sin embargo, esta superación decimonónica que triunfó con las vanguardias, en las primeras décadas del siglo XX, ¿continúa marcando las pautas de la creación de posguerra? El asunto no es definir de algún modo una poética específica, como lo fue el simbolismo, capaz de subvertir el orden anterior, pues el panorama tecnológico-cultural y los denominados centros de irradiación cultural-intelectual, definitivamente, se han expandido y complejizado. Un caso para el que poco cuenta una poética específica, lo tenemos a en autor peruano sin ismo, radicado en Europa desde fines de los años cuarenta hasta su desaparición física el 8 de marzo de 2006, Jorge Eduardo Eielson. Un artista que fue testigo de la última fase de la profusión de experimentos vanguardistas, como lo fue el influyente surrealismo y su “automatismo psíquico”. Eielson es un artista que ejemplifica bien a aquellos no replegados hacia poéticas nostálgicas clásicas ni mantenedores de rebeliones adánicas que desembocaron en callejones sin salida que ejemplifican frases como “el arte ha muerto” y alucinaciones futuristas fascistas. Mientras tanto, custodiando el espíritu de innovación constante que manifestaron las vanguardias, Eielson demuestra un control no racionalista sobre el verso y la elocuente estructura poética -donde solo en apariencia suelta el control del texto, carácter propio del budismo zen-, todo muy bien aprendido de la tradición. Eielson, en sus primeros textos de poesía como Reinos (1945), Bacanal (1946) y Primera muerte de María (1949), realizó un brillante homenaje a sus paradigmas poéticos -las obras de Rilke, Rimbaud, entre otras- para luego enrumbarse hacia incesantes búsquedas o insatisfacciones que trascendieron lo literario.