Los jesuitas y la cultura rioplatense
Este libro contiene una relación puntual de la vasta influencia que, entre 1585 y 1767, tuvo la Compañía de Jesús en territorios que hoy pertenecen a la Argentina, Bolivia, Paraguay, Chile, Uruguay y Brasil. En esos casi 200 años, los jesuitas establecieron un sistema educativo, de gobierno y de pro...
Autor Principal: | Furlong, Guillermo, S.J. |
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Formato: | Libro |
Idioma: | Spanish / Castilian |
Publicado: |
Huarpes
1946
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Materias: | |
Acceso en línea: |
https://racimo.usal.edu.ar/612/1/Jesuitas_y_cultura.pdf |
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Sumario: |
Este libro contiene una relación puntual de la vasta influencia que, entre 1585 y 1767, tuvo la Compañía de Jesús en territorios que hoy pertenecen a la Argentina, Bolivia, Paraguay, Chile, Uruguay y Brasil. En esos casi 200 años, los jesuitas establecieron un sistema educativo, de gobierno y de producción que, sobre bases cristianas, atrajo a una gran parte de de las tribus nativas de esas regiones, especialmente guaraníes, a las que educaron en ciencias, artes y oficios. Con un estilo conciso y objetivo, el autor describe ese universo espiritual que liberó a los indígenas del trabajo esclavo a que eran sometidos por los encomenderos, lo que difundió una ominosa tensión a lo largo de toda la obra jesuítica por el encono de los intereses y creencias que afectaba.
Aparecida a los 10 años del fallecimiento del Padre Furlong, esta tercera edición de su obra está presentada por Víctor O. Marangoni S.J. y lleva, a modo de preámbulo, una cálida semblanza del autor firmado por José Antonio Sojo S.J. con el título “Custodio de nuestra historia”.
En su primer capítulo, el libro detalla la inicial llegada de misioneros jesuitas a tierras de América y menciona las arriesgadas expediciones que, como exploradores, emprendieron desde el Pilcomayo hasta la Tierra del Fuego y desde la Cordillera de los Andes hasta el estuario del Plata. Siguió a esa ímproba tarea exploratoria, que el libro refiere con rápidos apuntes de lugares y protagonistas, el no menos arduo trabajo de colonización donde los jesuitas desplegaron su genio organizativo. Deja ver la narración cómo fueron surgiendo a ese influjo pueblos, escuelas, colegios, estancias y una prosperidad general justamente distribuida. También son rememorados los nombres de los autores y de las variadas obras que emprendieron y coronaron a través de múltiples especialidades. El libro le dedica un capítulo a cada una de ellas, lo que permite apreciar la magnitud cultural de esta presencia en América que alcanza su punto culminante con el emplazamiento de la primera imprenta del continente sudamericano y la fundación de las universidades de Córdoba y de Chuquisaca, cuyos pormenores la obra nos acerca vívidamente.
En efecto, los padres fueron geógrafos y cartógrafos; etnógrafos y etnólogos; lingüistas y filólogos; historiadores y cronistas; botánicos y zoólogos; matemáticos y astrónomos; farmacéuticos y médicos; filósofos y teólogos; jurisconsultos y poetas; músicos y pintores; arquitectos y escultores; impresores y grabadores; agricultores y ganaderos. . Y siempre maestros.
En cada una de estas actividades, el padre Furlong indica la índole de la obra realizada y las anécdotas y peripecias que vivieron los autores en sus trabajos, lo que va pintando un cuadro general pleno de animación, no exenta de dramatismo en razón de ese permanente acoso de sus enemigos españoles, lusitanos y aun de algunas tribus. Son incontables las personalidades recordadas, pero sobresale una: el Provincial Diego de Torres con su tesonera protección de los indígenas y el fruto de sus esfuerzos condensados en las célebres Ordenanzas de Alfaro, que quitaron a las encomiendas su legitimidad jurídica. Fue esta una gestión plena de intrigas y peligros, viajes y luchas, que acentuaron el odio de los encomenderos y su sed de venganza.
Entonces, el verdadero clímax de esta investigación llega en el capítulo XXII que coloca al lector ante la súbita y violenta expulsión de los jesuitas. De la noche a la mañana –leemos- la obra de dos siglos se derrumba por causas que, en esa hora, quedaron ocultas en el real secreto del monarca Carlos III. Y en su mandamiento de absoluto silencio sobre lo ocurrido. Pero lo interesante de este libro es la dilucidación de tal misterio, así como también las consecuencias que trajo aparejadas, cuyas alternativas el Padre Furlong detalla, sin alzar la voz, siempre mesurado y preciso.
A partir de la expulsión de los jesuitas, se inicia un período que muestra la dolorosa repercusión de esta ausencia entre españoles, criollos e indígenas; tanta, que se la considera entre los antecedentes que prepararon la rehabilitación de los jesuitas 43 años después, y aun la propia Revolución de Mayo, uno de cuyos adalides perteneció a la Orden.
Es esclarecedora la relación entre la Compañía de Jesús y Juan Manuel de Rosas. El gobernante, si bien primero rehabilitó a los sacerdotes, luego volvió a expulsarlos por razones inaceptables, que la obra desnuda. Pero una vez derrocado Rosas por Urquiza en Caseros, casi de inmediato Buenos Aires y las demás provincias volvieron a reclamar la venida de los padres jesuitas, lo que solo se pudo concretar en 1862 baja la presidencia de Derqui, sucesor de Urquiza.
La obra, que contiene láminas, dibujos y mapas alusivos junto a una amplia bibliografía, finaliza con la descripción del orbe jesuítico en la actualidad. Cierra, así, una epopeya que guarda también en sus anales de la Colonia ejemplos, aquí evocados, de la más alta condición humana: sus santos y sus mártires.
Reseña elaborada por: Miguel Ángel Gori |
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