El hombre y la evolución según Aurobindo y Teilhard
Uno de ellos proviene de Oriente, el otro, de Occidente; uno profesa la religión hindú, el otro es cristiano; ambos son místicos y descubren filosófica y científicamente que el universo nació, o fue creado, con un designio evolutivo de naturaleza espiritual. Una coincidencia asombrosa por ocurrir en...
Autor Principal: | Quiles, Ismael, S.J. |
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Formato: | Libro |
Idioma: | Spanish / Castilian |
Publicado: |
Ediciones Universidad del Salvador. EUS
2007
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Materias: | |
Acceso en línea: |
https://racimo.usal.edu.ar/645/1/volumen28.pdf |
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Sumario: |
Uno de ellos proviene de Oriente, el otro, de Occidente; uno profesa la religión hindú, el otro es cristiano; ambos son místicos y descubren filosófica y científicamente que el universo nació, o fue creado, con un designio evolutivo de naturaleza espiritual. Una coincidencia asombrosa por ocurrir entre dos personas de mundos tan dispares.
Sri Aurobindo y Teilhard de Chardin son las figuras de esa confluencia, y están retratadas en estas páginas conformando un estudio comparativo, a la vez metafísico y religioso, que ilumina y trasciende la controversia sobre la creación o la evolución del hombre.
El Padre Quiles examina las vidas de cada uno, sus luchas, las incomprensiones que padecieron, especialmente el católico, la conciencia cósmica que los alentaba, el cambio espiritual que sus ideas dejaban y dejan planteado a quien se acerque a ellos, ya sea a través de sus obras o guiados por este libro. Un libro especial.
En efecto. Tanto el pensamiento de Aurobindo como el de Teilhard es muy difícil de seguir por las inusitadas esferas y lenguajes a los que se remontan, pero nuestro autor, al comentarlos con tanta comprensión, los hace accesibles y luminosos, dejando que sus mensajes calen hondo en el lector. Este debe, sin duda, entregarse a una lectura atenta y detenida, lo que da a la obra este otro valor: la oportunidad de apartarse del fárrago de nuestro tiempo para apreciar con lentitud un texto que explica la operación “consciente” de la naturaleza para evolucionar desde la materia inerte hasta la mente humana.
También fue una confluencia la génesis de esta obra. En 1975, el Padre Quiles dictaba en la Escuela de Estudios Orientales de la Universidad del Salvador un seminario sobre Aurobindo al cumplirse 100 años de su nacimiento. En esos días, también estaba estudiando la obra de Teilhard de Chardin y, al coincidir sus dos actividades, descubrió la notable conjunción de ambos pensadores, lo que inspiró el presente libro.
El indio y el francés fueron contemporáneos (fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX) pero no se conocieron personalmente ni sus libros tienen mutuas referencias, ni recibieron noticia uno de otro a través de terceras personas; sin embargo, sus intuiciones fundamentales, que la obra enumera puntualmente, confluyen en el “hecho indiscutible y ley cósmica” de la evolución, hilo conductor de sus vivencias y estudios.
No se trata de un evolucionismo materialista. No es tampoco una variante de la teoría darwiniana, cuya categoría científica queda aquí calificada de modo contrario a las opiniones corrientes. La evolución que perciben Aurobindo y Teilhard es una especie de parámetro universal no materialista al que deben responder todos los conocimientos humanos.
La obra, con ser breve, es de gran densidad. Señala, por ejemplo, la “potencia espiritual de la materia”; concibe la igualdad de categorías opuestas, tales como el tiempo y la eternidad, la materia y el espíritu, conceptos contrarios unificados por esta evolución cósmica que va en busca del Absoluto; y entiende al Universo como sostenido por una energía única de índole psíquica que informa la “vida divina, gnóstica, de la Supermente” proclamada por Aurobindo, así como está presente en la “noosfera” teilhardiana con su culminante “punto Omega” de la evolución, cuyo sentido y clave radica en Cristo.
Hay interrogaciones en estos pensamientos, cuyas respuestas confieren vislumbres no habituales sobre el puesto del hombre en la evolución. ¿Es el ser humano el fin último de este proceso? ¿O es solo un “umbral”? Acaso, ¿“flecha y eje” que ya interviene en el mecanismo íntimo de la evolución para hacerlo electivo y no azaroso?
En la línea de estas interrogaciones, el pensamiento científico y las intuiciones místicas de los dos pensadores conducen a un punto supremo: la exaltación del ser humano más allá de sí mismo en la figura del superhombre. Este es un pasaje central del libro, ya que aquí se trata de una etapa superior de la evolución de naturaleza colectiva. Este superhombre no es, por cierto, el que imaginó Nietzsche porque no llega a ese nivel por su voluntad de poder, sino como resultado de una evolución espiritual, que la obra perfila describiendo sus características salientes.
Pero no todas son coincidencias entre los dos filósofos; también hay sutiles diferencias teológicas y filosóficas a las que Quiles da su verdadera significación, lo que, paradójicamente, acentúa las afinidades fundamentales de los dos pensadores. Es verdad que las nociones de estos, pueden ser discutibles y hasta estar teñidas de ambigüedades en tal o cual punto, pero nunca dejarán de atraer por los horizontes de eternidad que le abren a la vida.
Otra parte sugestiva del libro es la influencia que evolucionistas de la talla de Bergson y Julián Huxley ejercieron sobre las dos personalidades protagónicas del libro. Las ideas de aquellos están delineadas con referencia a lo que tienen de común y diferente Teilhard y Aurobindo, contrastes que enriquecen a unos y a otros. En este aspecto, el Padre Quiles se detiene en la amistad personal que unió al católico jesuita con Julián Huxley. Resulta admirable esa relación de dos intelectos superiores, tal como la evoca el libro, induciendo al lector a imaginar las conversaciones del zoólogo agnóstico y el paleontólogo creyente, y ver los asuntos en que podían coincidir “libres de prejuicios”.
El Padre Quiles, en la parte final de su trabajo, transmite sus reflexiones que constituyen un compendio esclarecedor de todo lo dicho, lo mismo que la conclusión final en la que formula (36 años atrás) un pensamiento que en el presente tiene dramática actualidad: la posibilidad cierta, como lo demuestran los dos líderes espirituales estudiados, de alcanzar o, al menos, acercarse a una síntesis integradora entre Oriente y Occidente. Indispensable hoy.
Reseñada elaborada por: Miguel Ángel Gori. |
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