La nave que somos. Hacia una configuración prosaica del sentido del hombre

El propósito de la presente investigación es mostrar la necesidad de defender la configuración prosaica de lo humano, que día a día hacemos todos con recursos provisionales y prestados, descargándonos de los propósitos sobredimensionados implícitos en filosofías que abogan por un encuentro directo...

Descripción completa

Autor Principal: Torregroza Lara, Enver Joel
Formato: doctoralThesis
Publicado: Pontificia Universidad Javeriana 2013
Materias:
Acceso en línea: http://hdl.handle.net/10554/2966
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Sumario: El propósito de la presente investigación es mostrar la necesidad de defender la configuración prosaica de lo humano, que día a día hacemos todos con recursos provisionales y prestados, descargándonos de los propósitos sobredimensionados implícitos en filosofías que abogan por un encuentro directo con nuestra realidad más cruda, o que defienden un proyecto de construcción absolutista del ser del hombre que, en vez de salvarlo, termina ahogándolo. La propuesta que aquí elaboramos, temporal, prosaica y prestada - en suma, hipotética -, como cualquier otra elaboración a escala humana, consiste en afirmar que la posibilidad de la existencia del hombre, que en este trabajo se entiende en términos de la existencia de un sentido de lo humano - y, por tanto, de un mundo con sentido para el hombre -, depende de esa configuración prosaica de nuestro hogar, que cada mañana hay que empezar nuevamente. Defendemos aquí que tal elaboración de mundos con sentido - que sólo existen mientras el hombre exista, y viceversa - se logra mediante el aprovechamiento de recursos simbólicos - v.g. la metáfora, el concepto - que nos permiten poner una cosa en vez de otra, aplazando por fortuna el encuentro directo con nuestra problematicidad ontológica constitutiva. Cotidianamente los seres humanos trabajamos para tomar distancia del abismo nihilista, del absolutismo de una realidad inhumana que continuamente amenaza con hundir el frágil sentido de nuestra existencia. Si el hombre llega a ser algo, lo es como un modo de ser transitorio carente de ser propio: al no tener "un puesto en el cosmos", no le queda más remedio que hacerse a un mundo - con materiales prestados - para tener en él un lugar. Su condición problemática de ser abierto implica que tiene que trabajar su ser ante la amenaza constante de la nada, tejiendo ropajes para vestir su ser desnudo, cocinando la realidad cruda e insoportable, creándose un mundo significativo de símbolos que le permitan sobrevivir, haciendo representable lo irrepresentable. El modo de ser humano consiste en diferir el enfrentamiento con nuestra realidad; una realidad que no podemos mirar a los ojos sino indirectamente, mediante rodeos y desplazamientos que constituyen la cultura. Por ello, pensar la realidad del hombre sólo es soportable filosóficamente mediante y en metáforas y conceptos, diseminando una mundana prosa que no llega a su término, que no puede - y no debe - llegar a su punto final, por más vocación de heroísmo épico que tenga una filosofía, por más temerario sea su impulso de sumergirse en las profundidades, enfrentando aquello de lo que no podemos hablar directamente sin quedarnos mudos.