La experiencia asociativa de la organización de pequeños productores cacaoteros “Tierra Fértil” como alternativa de desarrollo local en el Cantón Buena Fe, Provincia de los Ríos

La fe en la ciencia y la tecnología como una única vía de desarrollo planetario y uniforme encuentra sus fallas en la múltiple heterogeneidad de formas de vida alrededor del mundo. Aquel desarrollo donde el crecimiento económico se presenta como única variable dentro del proceso es hoy en día cad...

Descripción completa

Autor Principal: Villamarín Borja, María Belén
Formato: bachelorThesis
Idioma: spa
Publicado: PUCE 2015
Materias:
Acceso en línea: http://repositorio.puce.edu.ec/handle/22000/8663
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Sumario: La fe en la ciencia y la tecnología como una única vía de desarrollo planetario y uniforme encuentra sus fallas en la múltiple heterogeneidad de formas de vida alrededor del mundo. Aquel desarrollo donde el crecimiento económico se presenta como única variable dentro del proceso es hoy en día caduco. No existe un camino único ni recetas válidas para todos los países, por lo que hablar de una teoría del desarrollo propiamente dicha es inapropiado. Es pertinente ligar el desarrollo a conceptos como Modernidad y progreso; Modernidad entendida como utopía que guía las acciones del ser humano y que dicho sea de paso es inalcanzable, y progreso entendido como categoría teórica o parte visible de ese intangible que es la Modernidad. Actualmente vivimos una crisis de la Modernidad, y aunque sus ideales no puedan ser abandonados (provisión de servicios, desarrollo, democracia, institucionalidad, DD.HH, equidad de género, derechos individuales y colectivos, etc.), estos deben estar atravesados por el hecho cultural. Se plantea así una necesaria y urgente reforma de la Modernidad, misma que debe tomar en cuenta las peculiaridades culturales locales. No puede haber, y de hecho no existe un único desarrollo universal, ya que todos los pueblos y localidades presentan diferencias; tiene que necesariamente encontrarse una adaptación funcional a cada región. El desarrollo humano no es posible si no se toman en cuenta los condicionamientos locales. Según Tortosa (2008), lo que se observa en el mundo es un “mal desarrollo” al afirmar que “el funcionamiento del sistema mundial contemporáneo es “mal desarrollador” en su propia lógica, ya que está basado en una idea de eficiencia que trata de maximizar los resultados, reducir costes y conseguir la acumulación incesante de capital” (Gudynas & Acosta, 2011, 103) Es después de la Segunda Guerra Mundial cuando la mirada de los países industrializados se posa sobre aquellos sectores del mundo donde el desarrollo prometido aún no había llegado. De esta manera, nace la concepción acerca de los países subdesarrollados o Tercer Mundo. El discurso de la razón única comienza a expandirse y pretende arrasar tradiciones, formas de vida y creencias diversas. En los 60s y 70s el desarrollo económico de los países latinoamericanos estuvo guiado por los Estados Desarrollistas, con una industrialización orientada a la sustitución de importaciones dentro de mercados altamente protegidos y competitivos, proclamándose así un desarrollo “desde arriba”, siendo a finales de los 70s que las políticas neoliberales se implantan en nuestros países. Pronto se vio que dicho modelo de desarrollo presentaba fallas al interior de los sectores donde la misión mesiánica de expansión homogénea pretendía implantarse. Es sí que ya en la década de los 80 se comienzan a escuchar las voces que deciden apostarle a lo local como eje articulador de un nuevo paradigma de desarrollo. Esta visión reconoce la multiplicidad de formas de vida y modos en los que los mismos actores piensan y conciben su propio desarrollo.