Dinámica de formación de un complejo regional de seguridad en Sudamérica a partir del 11 de septiembre de 2001

Con la configuración del orden bipolar durante la Guerra Fría, los Estados Unidos establecieron lineamientos estratégicos para mantener su influencia política y económica en América Latina a la vez que el predominio ideológico en el continente. De allí surgieron las estructuras de seguridad, que die...

Descripción completa

Autor Principal: Cárdenas Calderón, Daniel Alejandro
Formato: bachelorThesis
Idioma: spa
Publicado: PUCE 2016
Materias:
Acceso en línea: http://repositorio.puce.edu.ec/handle/22000/10281
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Sumario: Con la configuración del orden bipolar durante la Guerra Fría, los Estados Unidos establecieron lineamientos estratégicos para mantener su influencia política y económica en América Latina a la vez que el predominio ideológico en el continente. De allí surgieron las estructuras de seguridad, que dieron paso a la construcción del Sistema Interamericano de Defensa (SID)1. El SID se constituyó sobre la base del régimen de seguridad colectiva continental y formuló, desde sus instituciones, políticas que fueron aplicadas por los instrumentos domésticos de seguridad interna y externa en los países latinoamericanos. En el caso específico de América del Sur, los Estados adaptaron la Doctrina de Seguridad Nacional de los Estados Unidos a sus contextos nacionales. Para esta época, las diferencias limítrofes provenientes de los rezagos de las luchas independentistas pesaron en las relaciones de defensa y de seguridad entre los países latinoamericanos que se caracterizaron por la desconfianza y falta de determinaciones comunes (Briones, 2013). Bajo el esquema de seguridad del régimen internacional del SID, estos países establecieron acuerdos binacionales y subregionales donde se contemplaba un escenario de solución pacífica de conflictos a través de la integración; pero con escasos resultados en la práctica. En la década de los noventa, la Organización de Estados Americanos (OEA) cobró un rol más importante, conjuntamente con la “diplomacia de cumbres”, para el afianzamiento de medidas de confianza mutua y seguridad en la región. Además de la promoción de ejercicios conjuntos entre los ejércitos americanos, la OEA influyó en el establecimiento de acuerdos de paz entre países históricamente confrontados por problemas limítrofes (como en el caso de Chile y Argentina), logró vincular a estamentos como el TIAR y el Colegio Interamericano de Defensa (CID) dentro de la OEA, al tiempo que incentivó la producción del pensamiento civil en las dinámicas de subordinación militar al poder democrático. Para el siglo XXI, el carácter de la agenda de seguridad hemisférica –antes casi totalmente concernida en la Defensa militar- fue reconocida por la OEA como “transfronteriza y multidimensional” (Conferencia de Seguridad Hemisférica de la OEA, 2003) visibilizándose las amenazas y riesgos de carácter delincuencial, más que los de tipo militar. Incluso antes de estas definiciones, a mediados de la década de los noventa, la agenda de seguridad de la Guerra Fría diseñada en torno del combate al comunismo comenzó a ser reemplazada por objetivos más amplios como el de los intereses humanitarios. Es así que la Estrategia Nacional de Seguridad de Estados Unidos desde 1997 a 2001 tuvo como objetivos centrales “incrementar la seguridad de Estados Unidos mediante unas Fuerzas Armadas listas y equipadas para combatir, reforzar la prosperidad económica estadounidense y promover la democracia y la libertad, como los principales valores de la cultura política estadounidense” (Montero, 2006, pág. 111)