Evaluación del nivel de conocimiento de los principios de la fluidoterapia intravenosa en pacientes adultos, por parte de médicos tratantes, médicos residentes e internos rotativos de medicina del Hospital San Vicente de Paúl de Ibarra, en noviembre de 2017.
El origen de la fluidoterapia intravenosa, como el de muchos avances significativos en la salud, tuvo origen durante una pandemia que amenazó a la humanidad, en una época en la que la que la medicina y la ciencia no eran consortes, sino un experimento que apenas comenzaba. El año es 1831 y un gran...
Autor Principal: | Pérez Ricaurte, Marcelo |
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Formato: | bachelorThesis |
Idioma: | Spanish / Castilian |
Publicado: |
PUCE
2018
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Materias: | |
Acceso en línea: |
http://repositorio.puce.edu.ec/handle/22000/14196 |
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Sumario: |
El origen de la fluidoterapia intravenosa, como el de muchos avances significativos en la salud, tuvo origen durante una pandemia que amenazó a la humanidad, en una época en la que la que la medicina y la ciencia no eran consortes, sino un experimento que apenas comenzaba.
El año es 1831 y un gran brote de cólera amenaza a Inglaterra, proveniente de Asia y Europa. Cuando esta enfermedad finalmente toca tierra en la ciudad de Sunderland en el año de 1831, como es natural, reinaron el caos y la confusión en la arena médica; producto de la ignorancia y la superstición. Los médicos se encontraban en dos bandos, los que pensaban que el origen de la epidemia era contagioso y los que pensaban lo contrario (Cosnett, 1989). Quienes creían que era una enfermedad transmisible, tras observar de cerca a la enfermedad y las características de cada uno de los enfermos a los que afligía; se encontraron con que la sangre de ellos era particularmente espesa, oscura y fría, y que ella debía ser la causa de su enfermedad. Es por ello que como “tratamiento” de estos pacientes se aplicó la sangría y la emesis como métodos de purificación de las toxinas.
Sin embargo, a pesar de este contexto, algunos médicos dilucidaron ciertos principios, que aún hoy en día son válidos, y que son la base de la terapéutica no sólo de esta enfermedad, sino de un sinnúmero de ellas. Al estudiar la sangre de los pacientes enfermos de cólera, el Dr. Clanny reportó que el sabor de la sangre al aplicarla a la lengua, no tenía sabor u
olor particular, encontró que la cantidad de agua de la misma había disminuido, y que la sustancia que le daba color había aumentado (The Lancet, 1830-32). Basándose en estos hallazgos, el Dr. William O´Shaughnessy de 22 años decide aplicar sus conocimientos de química en el tratamiento de estos pacientes, y en la publicación de sus resultados escribe:
“La sangre tomada de los peores casos… permanece inalterada en su anatomía o estructura globular… ha perdido una gran porción de su agua… al igual que una gran porción de sus ingredientes salinos neutro… De los álcalis libres contenidos en el suero saludable, ni una partícula de ellos está presente… Todas las sales deficientes en la sangre, en especial bicarbonato, están presentes en abundantes cantidades en las peculiares heces blanquecinas.” |
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